Nemesio Espinoza Herrera
Foto: www.juntos.gob.pe
El nuevo siglo y el nuevo milenio encuentran a nuestro país con una ingrata realidad: el 50% de los peruanos vivimos en condiciones de extrema pobreza y un 30 % en condición de pobreza. Es decir, el 80% de la población peruana vivimos en situaciones preocupantes de pobreza, agravadas aún más en esta última década. (Datos que se deducen del análisis de los informes oficiales (INEI), Quanto S.A. y Apoyo S.A.). Lo que sucede con Apurímac es aún más grave: nuestro departamento es la capital de la extrema pobreza del Perú y de Latinoamérica. El 98 % de la población de Apurímac, por no decir la totalidad, viven en condiciones inhumanas de pobreza. (En esta breve exposición obviamos el análisis de la realidad actual de Apurímac y más bien nos centramos en presentar propuestas)
¿Qué debemos plantear para promover el desarrollo del departamento más pobre del país?. Pueden haber muchas respuestas. Pero, una respuesta absolutamente válida es la siguiente: el desarrollo de Apurímac requiere una auténtica y efectiva descentralización, vale decir, una auténtica y efectiva autonomía política, económica y administrativa para la adopción de decisiones que posibilite la mejora gradual pero sostenida de la calidad de vida de la población. Sin embargo, existe una gran dificultad: la genuina y real descentralización es consecuencia directa de la voluntad política de quienes están en el poder político del Estado. Esto quiere decir que la verdadera descentralización, requisito indispensable para el desarrollo de los pueblos, es un concepto eminentemente político. Es preciso, entonces, tener en cuenta la directa vinculación entre la descentralización y el poder político. Al fin y al cabo, la real descentralización significa, por naturaleza, una dispersión del poder político.
Si bien la genuina descentralización es un mecanismo de desarrollo nacional y departamental, sin embargo, nunca, hubo una descentralización verdadera en el país, menos en Apurímac. Hubo sí caricaturas y parodias de descentralización que jamás lograron resultados ni podían lograrlos. Recordemos nada más las últimas experiencias de escandalosos fracasos de la puesta en práctica de una aparente descentralización en el departamento. Allí tenemos, por ejemplo, la Junta Departamental Apurímac, la CORDE- Apurímac, la desactivada Región Inca y el actual CTAR-Apurímac. Empero, allí están los resultados: la extrema pobreza agravándose cada vez más en el departamento.
¿Por qué fracasan estos intentos de regionalización?. Por una sencilla razón: los sucesivos gobiernos nunca tuvieron una voluntad política a favor de la gran mayoría de peruanos pobres que es el 80% de la población y, por el contrario, sus políticas han estado orientadas a favorecer a una pequeña minoría privilegiada de peruanos y en función a los intereses del poder político internacional. (Una muestra elocuente de lo que acabamos de manifestar es lo que fue, por ejemplo, el gobierno de esta última década, el más nefasto y corrupto de la historia peruana y que a su sombra el Perú y Apurímac se han empobrecido aún más).
Pero, la eterna pobreza de Apurímac y la ineficacia de la descentralización, no sólo es resultado del abandono de quienes ostentaron el poder político del Estado, sino también por culpa de los mismos apurimeños. Hemos resultado siendo protagonistas pasivos y mudos testigos de la más afrentosa pobreza y receptores conformistas de políticas gubernamentales de desidia que carentes de acciones e iniciativas colectivas de protesta que distan mucho de nuestros antecesores los chankas, no hemos sido capaces de concebir ideas y acciones colectivas contestatarias a nuestra afrentosa pobreza departamental. (¿Cuándo, por ejemplo, la enorme cantidad de apurimeños residentes en Lima hemos abarrotado las calles y las plazas en señal de protesta colectiva y de “todas las sangres” anunciando a los políticos, al país y al mundo que Apurímac y sus pobrezas existen y que ya no estamos en condiciones de seguir permitiendo? ¡Nunca!).
Apurímac no es una isla, forma parte del problema nacional y mundial. Por ello reclamar desarrollo para Apurímac significa reclamar, ante todo, la gestación de una nueva sociedad peruana y que para ello se requiere –he aquí nuestra propuesta-, un nuevo tipo de gobierno nacional en el manejo del Estado. Reclamamos para Apurímac una auténtica descentralización, pero que ésta tiene que ser resultado de un nuevo tipo de gobierno cuya voluntad política sea mejorar gradualmente y de manera efectiva la calidad de vida de los peruanos.
Este nuevo tipo de gobierno al que abogamos tiene que ser totalmente distinto a los gobiernos que se sucedieron en el Perú y que demostraron incapacidad para resolver los grandes problemas nacionales. Tiene que ser distinto también a un quimérico tipo de gobierno que propugnan los partidarios de la violencia política. Por el contrario, tiene que ser una distinta y genuina nueva democracia propia del presente siglo y milenio. En la actual coyuntura electoral que vive nuestro país, lastimosamente no hay aún una alternativa política que se aproxime a una nueva democracia con plena capacidad política para promover el auténtico desarrollo nacional; empero, las preferencias electorales favorecen una alternativa política que de producirse su triunfo electoral, bien puede echar algunas bases embrionarias de cambio en el Perú y pueda crear condiciones para la gestación precisamente de ese nuevo tipo de gobierno que reclamamos para el Perú y para Apurímac.
Es así que el desarrollo de nuestro departamento y la auténtica descentralización es un objetivo a mediano y largo plazo. Siglos de olvido y pobreza estructural de Apurímac no se puede revertir a corto plazo. Sin embargo, en lo inmediato todos los apurimeños en general (las instituciones departamentales, provinciales, distritales y anexales; los alcaldes, las autoridades y los congresistas que resulten elegidos por Apurímac), tenemos que emprender la lucha colectiva y concertada de todas las fuerza vivas de Apurímac no sólo por la “descentralización y desarrollo de Apurímac” como slogan sino por exigencias concretas. Por todo lo expuesto se propone lo siguiente:
A.- Exigir al gobierno transitorio la declaratoria en estado de emergencia al departamento de Apurímac.
B.- Con la condición de Apurímac en emergencia luchar por mayor asignación del presupuesto nacional para emprender obras de infraestructura tales como: construcción de carreteras seguras con programas permanentes de mantenimiento y asfaltado de las principales vías de acceso a las siete provincias, especialmente a Cotabambas, Grau y Antabamba; construcción de aeropuertos; instalación de sistemas de telecomunicaciones a nivel departamental; construcción de infraestructuras agropecuarias (obras de envergadura para generar energía eléctrica y de sistemas de irrigaciones); aplicación de la tecnología agropecuaria; construcción de la infraestructura básica para el turismo; construcción de filiales de la Universidad Nacional Micaela Bastidas en todas las provincias; construcción de Hospitales y/o centros de salud debidamente equipados en todos los pueblos; construcción de programas de viviendas; etc.
C.- Conformación del gobierno departamental autónomo y elegido democráticamente que con la participación de las fuerzas vivas de Apurímac establezca y ejecute un plan de desarrollo departamental a corto y mediano plazo.
Lima, 12 de marzo del 2001
(Exposición en el marco del Forum “REALIDAD DE APURÍMAC: PROPUESTA PARA SU DESARROLLO” organizado por el CENTRO UNIÓN PROVINCIAL ANTABAMBA – CUPA)
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